miércoles, 30 de julio de 2014

Trabajo de campo (I): nuevos encuentros y visita al CETI de Ceuta.

Cuando se realiza trabajo de campo en un entorno nuevo que no es el tuyo, lo deseable sería desde mi punto de vista, sentir la emoción que te da la oportunidad de conocer realidades distintas. Aunque emoción y razón deberían caminar de la mano, algo que en mi caso es difícil. No puedo evitar sentirme como una niña cuando veo aquellos sitios que me estaba imaginando cómo serían cuando redactaba el proyecto que me ha traído hasta aquí. 


Panorámica tomada desde el Mirador Isabel II durante las prumeras semanas. Es bueno hacerse largos recorridos por la ciudad para conocer tu nuevo entorno. Siempre se aprende algo de historia, que no viene nada mal para el proyecto.
Evidentemente, la información se busca por Internet o a través de los libros, pero nada es comparable con vivir las situaciones en primera persona. Y aun así, las primeras impresiones, cambian con una segunda visita a la ciudad, o con una segunda entrevista o contacto con la persona que has entrevistado. Al fin y al cabo, también estamos interpretando nuestro entorno. Además, si le añades algunos factores como el cansancio, la incertidumbre por no encontrar un sitio nuevo donde habías concertado una entrevista, el nerviosismo de si podrás o no tomar imágenes, o la persona a la que vas a entrevistar está por la labor…oh Dios mío. ¡Son demasiados factores para que un trabajo salga bien y esto no te lo ponen en el temario de Metodología de la Investigación!

Pero después de este pánico inicial, no nos desviemos del tema y seamos más académicas. A ver, por dónde iba…sí, justo. Estábamos hablando en definitiva de apariencia y realidad. Las cosas (objetos, estados, situaciones, procesos) se pueden presentar al observador tal y como son, y en otras, a través de una apariencia que las deforma o disfraza, por lo que habrá de determinarse qué objetos habrán de ser tenidos en cuenta en el proceso de observación de la realidad. Pero esto que me ha salido tan de corrido, no lo digo yo, sino el Catedrático de Sociología Miguel Beltrán en su archiconocido “La realidad social como realidad y apariencia”

Por eso, en nuestras visitas, siempre quedan interrogantes, pero la pregunta que me repito en todas ellas, es si hemos sido capaces de recoger los datos suficientes como para comprender lo que estamos observando o lo que nos están contando las personas a las que estamos entrevistando. Pero la experiencia siempre es buena. Conocer gente nueva por el camino es muy enriquecedor, más si te abren las puertas sin conocerte de nada, y te dan empujoncitos para alcanzar tus objetivos en este proyecto de investigación.

Este ha sido el caso de nuestro encuentro con Reduán Mohamed. Reduán es una persona con la que contacté a través de Internet durante mi campaña de crowdfunding. Reduán “el activista político”, omnipresente, musulmán de izquierdas, conoce a todo el mundo y también nos ha servido de guía proporcionandonos información muy valiosa, que es difícil que hubiera tenido acceso a ella de una forma tan inmediata. Él, además, nos ha servido de enlace con otras personas que forman parte de organizaciones de la sociedad civil en Ceuta, como Mohamed Faitah y Carlos Lorente de “Pedagogía Ciudadana” (quienes nos regalaron un par de camisetas con el logo de la entidad conmemorando el Primero de Mayo), además de Paloma Manzano de la ONG Digmun. Nos reunimos un día con ellos para conocernos personalmente, y mantuvimos una charla distendida en torno a un té moruno. Con grabadora incluida, porque no quería perder ni un detalle de lo que ellos contaban. Es muy agradable escuchar a personas inteligentes opinar sobre temas tan delicados, con esa sinceridad sin florituras que tanto me molestan.

De izquierda a derecha: Carlos Lorente, Sergio Torres, Paloma Manzano, Reduán Mohamed, la que escribe el blog y Mohamed Faitah
Sin duda, la semana había comenzado muy bien. Pero aún continuó mucho mejor, porque finalmente, tras seguir todos los trámites burocráticos necesarios, nos autorizaron a visitar el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI)[1]. 

Entrada al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes. Momentos después de la entrevista. Fue muy larga la visita, ya que permanecimos en él más de tres horas.
Muy contentos por el logro, cogimos el coche y nos trasladamos desde el centro hasta la Playa de Calamocarro. Era una mañana soleada y a medida que nos íbamos acercando a la zona, nos encontramos con varios de los residentes del CETI deambulando por la calle, alguno de ellos portando pequeñas bolsas de plástico con alguna pertenencia. Van en pequeños grupos, son muy jóvenes y la mayor parte parece que sean subsaharianos. Y en ese momento, me doy cuenta de un pequeño detalle: no es habitual verlos por el centro de la ciudad. Por lo que pronto pienso que una buena forma de recoger testimonios, sería hablar con ellos personalmente por la contornada. Y es que es lo que repito siempre: se puede teorizar y escribir mucho sobre el tema migratorio, pero quienes mejor lo pueden explicar son aquéllos que sufren en sus propias carnes todo el proceso. Por ello, les admiro profundamente. Son personas valientes en el más profundo significado de la palabra “valentía”Es la valentía del que no tiene ya nada que perder. Es un acto de supervivencia.

"¿Cómo se puede asustar a un hombre que no sólo carga con el hambre de su vientre sino también con el de sus pobres hijos? No se le puede atemorizar porque este hombre ha conocido un miedo superior a cualquier otro". Las Uvas de la Ira, Cap. XIX (John Steinbeck).

A nuestra llegada al CETI, nos paró el vehículo un guardia de seguridad privada de la empresa EULEN. La entrada se produjo con calma y total tranquilidad. Pasamos el control de seguridad y nos condujeron al despacho del Director Carlos Alberto Guitard, ubicado en uno de los edificios del centro. El aspecto de Carlos Alberto es el de una persona de apariencia tranquila y afable. Veo que la entrevista va a ir bien y que está predispuesto a informarnos del funcionamiento del centro. Eso hace que me relaje y me encuentre cómoda durante la entrevista. Tanto es así, que el ambiente es distendido e incluso sea capaz de expresar una opinión personal sobre el funcionamiento del centro y sobre la realidad con la que convive cada día. Y tampoco me resulta extraño, porque entiendo que al final, la convivencia diaria con los residentes hacen inevitable empatizar con ellos y sus vivencias. 

Tras la entrevista, pudimos tomarle una foto, por lo que aparecerá en la sección de agradecimientos del futuro trabajo de tesis ya finalizado.

Carlos Alberto Guitard, Director del CETI de Ceuta

Posteriormente, tomó el relevo Teresa, una funcionaria de amplio bagaje profesional, cuya experiencia previa fue en Instituciones Penitenciarias. Ella procedió a mostrarnos las dependencias junto con Pepe, uno de los guardias de seguridad, para explicarnos un poco más sobre el día a día del CETI. 


Teresa, nuestra "guía" en la visita.
Ellos, mientras nos acompañaban en este recorrido, nos contaron que los residentes tienen libertad de movimiento, pero que, obviamente y por motivos de seguridad, existe un horario nocturno de entrada, que debe ser respetado, aunque en determinadas ocasiones, hacen excepciones. Los y las residentes van debidamente identificados con unas tarjetas de color verde con sus datos y fotografía, por lo que de este modo se evita la posibilidad de que puedan tener problemas en el exterior.

Panorámica del CETI. Módulo con habitaciones y duchas para los/las residentes.

Sin embargo, cuando pregunté sobre la existencia de un régimen disciplinario en el caso de incumplimiento de las normas de convivencia propias de los centros de acogida de este tipo, la respuesta fue algo difusa, pero puedo suponer que no será excesivamente riguroso. Las dependencias del CETI están habilitadas con habitaciones con 5 literas dobles (con capacidad para 10 personas), tienen lavandería, tendederos, duchas, servicio de comedor, asistencia sanitaria con personal médico, comedor, cancha de fútbol, biblioteca (de la que se cargo un residente de origen marroquí, profesor en su vida anterior). Además, son atendidos por los/las técnicos de Cruz Roja y CEAR (trabajadora social, abogado, etc.) y reciben formación durante su estancia.


Los y las residentes pueden lavar su ropa en los lavaderos del centro. En la foto de la izquierda se encuentra el "punto de encuentro".

Biblioteca. Ésta se encuentra en el interior de una pequeña cabaña de madera.

Aulas donde se imparten talleres formativos. El día que hicimos la visita, estaban dando una clase de castellano. También pueden tocar instrumentos que tienen a su alcance en otra de las aulas.
Cuando finalizó la visita, nos permitieron quedarnos un rato más para que pudiéramos hablar con algunos y algunas de los/las residentes que allí se encontraban. Se estaba aproximando la hora de comer, pero el comedor estaba vacío y no había casi nadie esperando, porque la mayor parte de ellos practican el Islam, y estaban ayunando por el Ramadán.


El comedor estaba vacío y el menú nos abrió el apetito: macarrones con tomate.

Residentes del centro de Bangladesh y Camerún. Estuvimos hablando con dos chicas muy jóvenes del Sur de Sudán, pero nos solicitaron que no les fotografiáramos.
Pese a todo, aún pudimos mantener alguna conversación muy interesante con algunos/as de ellos/as y nos autorizaron a tomar fotos de las personas con las que charlábamos, que procedían del Sur de Sudán, Camerún, Bangladesh, Argelia y Siria. La mayoría de ellos no eran francófonos (nosotros no lo somos), pero lo resolvimos con el inglés y una traducción improvisada del árabe al español (en el caso del residente Sirio).


Residente de origen Sirio con sus trillizos y su compañera de habitación, procedente de Argelia. Ella nos hizo de traductora improvisada. 
Sin duda, la experiencia fue buena. Trataremos de proseguir con nuestro estudio, y procuraremos hablar con los técnicos de Cruz Roja y de CEAR, para que nos expliquen cómo es su trabajo. Aunque, por el momento, Carlos Alberto Guitard no nos ha contestado a nuestra petición de hacer una segunda visita al CETI. Tendremos que esperar una respuesta o volver a intentarlo.

¡Y ésto es todo, amig@s! En el siguiente post, os contaré más sobre nuestra estancia en Tánger, Larache y Tetuán. Seguiremos observando.



Atardecer en el Paseo Marítimo de Ceuta.


[1]Los Centros de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta y Melilla son establecimientos de la Administración Pública, concebidos como dispositivos de primera acogida destinados a conceder servicios y prestaciones sociales básicas, al colectivo de inmigrantes y solicitantes de asilo que llegan a alguna de las Ciudades Autónomas. El CETI de Ceuta inició su funcionamiento en marzo del año 2000 y tiene capacidad para 512 plazas (después de la ampliación de sus instalaciones producida en el verano del año 2004). Actualmente, se ha superado la capacidad del centro y en él se encuentran más de 600 residentes. (R.D. 557/11) (Resol. 12-III-13) http://www.empleo.gob.es/es/Guia/texto/guia_15/contenidos/guia_15_37_3.htm [Consulta de 2 de octubre de 2013].

No hay comentarios: