viernes, 30 de mayo de 2014

"Yo andaba de extranjero y tú me acogiste". (Mateo 25:35).

Gilberto Martínez Amaya http://www.migrante.com.mx/Tijuana.htm

Esta mañana, como todos los días desde hace ya un mes, tras levantarme, he seguido con mi ritual que viene siendo por un tiempo tradición: enciendo el ordenador, y abro mis cuentas de correo, Facebook, twitter, LinkedIn, Academia.edu para ver cómo va mi campaña de #crowdfunding http://goo.gl/UQTYLm #Borders #Fronteras y por supuesto, las visitas a mi blog. Pero hoy me he encontrado con una grata sorpresa. La organización de la sociedad civil de San Diego, Border Angels, ha publicado en su muro un vídeo elaborado por estudiantes de la Universidad Estatal de San Diego, en el que muestran con una magnífica sencillez, la maravillosa labor de la Casa Migrante de Tijuana.

Y eso, me ha hecho trasladarme al pasado. De pronto, recordé cuando por primera vez llegué a la ciudad y me hablaron del La Casa del Migrante. Tardé casi un mes en lograr una entrevista con Gilberto Martínez Amaya, administrador de este albergue y miembro del Consejo Munipal de las organizaciones de la sociedad civil del municipio. Inexperta y con muchas ganas de aprender, por fin, un día 14 de noviembre de 2012, se produjo el esperado encuentro.

Cogimos un taxi desde la zona centro de la ciudad y nos desplazamos hasta la Colonia Postal de Tijuana, conocidas por sus terribles cuestas. Damos fe de ello, puesto que a nuestra vuelta, decidimos hacerlo caminando, y prácticamente caíamos derrapando por la pendiente "like a rolling stone".


Desde el taxi, Sergio puedo sacar esta foto del cartel informativo que indicaba la ubicación de la Casa del Migrante. El taxista que nos trasladó al centro, nos explicó un poco la historia del albergue antes de llegar.


Sergio no tenía permitida la entrada y no se pudieron tomar imágenes del interior de la Casa, puesto que, obviamente, no se ha había establecido ningún tipo de relación previa ni de confianza. Él se quedó fuera y entabló conversación con la gente que andaba por allá. También aprovechó para sacar fotos por la zona.

Cartel de la Fundación Guadalupe Montero
Por ello, trasladé a mi cuaderno de campo las impresiones de mi visita al albergue, para que de algún modo, no perdiera detalle de aquella realidad que estaba conociendo y que me hubiera gustado tanto que hubieran ido acompañadas de imágenes. Ver esta mañana el video de los estudiantes de San Diego, me ha empujado a abrir mi cuaderno de campo para releer con entusiasmo las notas que tomé en aquél momento, para publicarlas en este post.

Pero esta idea tampoco me ha surgido de la nada y por generación espontánea. Ojalá, pero mi creatividad no me da para tanto. Soy habitual seguidora y lectora de los artículos que publica Jorge Durand, antropólogo mexicano de quien me declaro fan, si es que en el ámbito académico se permiten este tipo de comentarios y licencias. Lleva por título: “Ver el mar. Notas de trabajo de campo”, y lo podéis encontrar en: http://www.jornada.unam.mx/2014/05/18/politica/015a2pol. Os recomiendo su lectura, ya que encontraréis en él a una persona que utiliza un lenguaje directo y sin florituras. Y se aprende tanto...

En fin, aquí os dejo lo que escribí:
14.11.2012. Gilberto y la Casa del Migrante. La entrada al centro impresiona. El cartel de la entrada reza la siguiente leyenda: "Yo andaba de extranjero y tú me acogiste". Está ubicado en lo alto de una Colina, cuyas cuestas son muy empinadas. Cuando se llega al centro, puede observarse cómo las personas migrantes esperan sentadas en la calle. A penas hablan entre ellos. Tienen aspecto de estar abatidos y sumidos profundamente en sus pensamientos. En la entrada, hay una reja que permanece cerrada. Mientras esperamos a que la abran, llega una furgoneta con material donado para la entidad. Nos atiende una chica voluntaria. Hemos llegado al mediodía y hay muy poca gente dentro del centro. Gilberto es amable, pero distante. De pronto, aparece el Padre Luiz K.(él ya no es Director del centro)Se presenta, pero mantiene en todo momento las distancias y desaparece de la escena. Es un hombre atractivo, pero no resulta cercano. No le gustan las visitas y las delega en Gilberto, quien es el encargado de enseñame todas las dependencias. Comienza la visita guiada. 
A la entrada, hay una sala donde se imparten talleres y charlas. Más al fondo, cuentan con un espacio donde son atendidos los deportados recién llegados por la trabajadora social, quien les abre una ficha con sus datos y una fotografía. Posteriormente, les asignan una habitación. En la entrevista lo que se trata de averiguar si hubo algún tipo de vejación, violación de derechos humanos, etc. Son los rasgos generales. Se les permite hacer llamadas gratuitas a sus familiares. Se les da una acreditación de la Casa, para que cuando salgan del centro, no tengan problemas. Se las de ropa interior, de cama y de vestir. En la planta de abajo está la lavandería y la cocina. Está extremadamente limpia, lo que apunta a la existencia de una extraordinaria disciplinaHay también un patio interior, y sobre él, las escaleras que llevan a las distintas plantas del edificio. 
Pasada la sala de la trabajadora social, nos encontramos con otra habitación en el que se presta asistencia sanitaria a los migrantes. Gilberto me cuenta con tristeza que el médico es enviado por un programa del Gobierno, pero no va todos los días. El olor a medicinas es muy fuerte. Tras cerrar la habitación con llave, me conduce por un pasillo hacia otra habitación, también cerrada, en la que se encuentran las personas discapacitadas. En ese momento, cuando entramos, se me queda grabada en la retina la imagen de un hombre postrado en la cama, con la mirada perdida hacia el techo. La escena es demasiado dolorosa. Gilberto me cuenta que están esperando a que le recoja un familiar. Le faltan las dos piernas hasta la altura de la rodilla 
Gilberto me comenta que existe un horario de salida del albergue que es en torno a las 6:00 de la mañana. En el momento de nuestra llegada, están preparando todo para darles de comer a su vuelta. Además, al fondo del pasillo, cuentan con una sala de lectura, donde pueden también escuchar música. Hay libros donados y un radiocasete.  
Tras recorrer la primera planta, subimos por las escaleras para visitar el resto de las dependencias. Son las habitaciones, donde duermen varias personas, en literas numeradas. Y en el último piso se encuentran los voluntarios, que pasan allí un año. Provienen de otros países, entre ellos, Colombia. La actividad del centro se mantiene fundamentalmente con el trabajo de los voluntariosDe pronto, me llega un agradable olor a ropa limpia. Gilberto me conduce al lugar donde tienen almacenada la ropa de cama. Austeridad y limpieza. Abrir y cerrar con llave. Ésa la tónica general. Mientras me encuentro embelesada por los aromas a jabón, aparecen unas chicas, muy jóvenes, voluntarias y descubro que la aparente frialdad de Gilberto no lo es tanto, puesto que el trato con ellas es realmente cariñoso. Sin duda, me gusta su sonrisa. 
Tras el recorrido por el interior del albergue, me conduce hacia su despacho y comienza la entrevista. Esta se produce de forma pausada, pero contundente en sus afirmaciones. Sin duda, me encuentro ante un buen hombre. Cuando finaliza, tengo la suerte de que me presente a Esmeralda Siu, Coordindora de la Coalición Pro Defensa de los Derechos del Migrante (COALIPRO). Es una mujer menuda y de mirada viva. Me cautiva su personalidad y pronto me siento atraída por su trabajo. Estoy deseando ya tener esa entrevista…

Finalmente, abandonamos el centro. Yo estaba conmocionada, especialmente porque no me podía borrar la dureza de la imagen de la persona postrada en la cama. Como despedida, tomamos esta última imagen de lugar  como recuerdo de nuestra estancia.


La Colina Postal de Tijuana está en lo alto de la ciudad, donde las vistas son espléndidas.

Y aquí acaba mi historia. Espero que hayáis disfrutado de su lectura. Volveré a publicar pronto, puesto que en tres días comenzamos la cuenta atrás. ¡Hasta pronto entonces! Pero mientras tanto, ved este video que sin duda pone imagen a mis palabras.

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