miércoles, 23 de marzo de 2016

Trabajo de campo (Prolegómenos): Biometría, Harvey Keitel y Las Azores.

Recuperado el 14 de enero de 2016 del sitio web:
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Más de tres años han pasado ya desde que tomamos rumbo a Tijuana y comenzara esta pequeña aventura del saber. Recuerdo como si fuera ayer cuando por fin se confirmó oficialmente que iba a poder realizar mi estancia académica en El Colef. Todo había cambiado desde entonces, ya que unos meses antes se estaba forjando la posibilidad de viajar a El Salvador, para participar junto con otras dos compañeras del Máster de Cooperación, en un proyecto de la Asociación de Municipios Los Nonualcos. Pero finalmente, se produjeron unos cambios de última hora y vi cumplido mi verdadero sueño: poder conocer de cerca la realidad migratoria de un tramo del espacio fronterizo entre México y Estados Unidos. Nada podía ir mal entonces, porque el deseo de aprender, compensaría mi falta de experiencia.

Una vez cumplimentados todos los trámites, mantuve una reunión inicial e informal en la cafetería de la Facultad de Ciencias Sociales con mis directores de tesis, el Doctor Luis Escala Rabadán (el Colef, Tijuana), quien inauguró mi Máster siendo Coordinador del Seminario Permanente sobre Migración Internacional del Colef (SEPMIG), y con el Doctor Joan Lacomba Vázquez (Universidad de Valencia). Ellos me dieron unas pequeñas pautas y recomendaciones, pero, sobre todo, me animaron a dejarme llevar por el entorno, ya que esto también formaba parte del trabajo de campo. Además, fue allí donde propuse el empleo de la fotografía como instrumento en el proceso de recolección de datos. Como ya sabéis, Sergio sería el fotógrafo (además de intérprete, chófer, cocinero y sobre todo, el mejor compañero). Tras bombardearles con mil preguntas, acabamos ese café y acto seguido, me fui dando saltitos de entusiasmo, pues aún no me creía lo que me estaba sucediendo en ese momento. Sin duda, me esperaban un sinfín de aventuras y de experiencias nuevas, que hicieron que me enamorara de mi tesis como una condenada.

Pero claro, los recursos económicos con los que contábamos en ese momento, eran muy escasos, por lo que hicimos numerosos ajustes en nuestro viaje. Sergio acababa de perder su empleo, ya que la empresa para la que trabajaba, procedió a su deslocalización, sin previo aviso a las/los trabajadoras/es. De hecho, nos enteramos de esta terrible decisión al volver de una pequeña escapada a Barcelona, a través de los medios de comunicación. Mientras que yo, había pasado por un trance similar en 2011, de tal manera que llevaba una temporada viviendo de algún dinero que obtuve en precario, de mis ahorros y de la ayuda de mis padres. La bolsa de viaje de 1.375 € cubría los gastos de desplazamiento y poco más, así que tuvimos que hacer un esfuerzo importante. Por otro lado, Sergio tuvo que matricularse en una academia de inglés de Tijuana, para evitar en ese momento ser sancionado con la pérdida de su prestación[1]. Aunque nada de esto nos detendría, y dicho sea de paso, la formación siempre viene muy bien.

Por tanto, organizar un viaje y estancia de estas características, no fue tarea sencilla. Y ¿cómo lo hicimos nosotros? Pues seguimos estas pautas (que repetiríamos una vez más en el posterior desplazamiento a Ceuta):

Old Town es una zona muy turística.

En primer lugar, como es lógico, buscamos el vuelo de ida y vuelta con más de 3 meses de antelación. El itinerario era el siguiente: Madrid - Nueva York - San Diego - Atlanta - Madrid. El importe por cada billete: 904,51 €. Mis padres nos llevarían en coche desde Valencia hasta Madrid. De allí saldríamos de madrugada en un vuelo de la compañía americana Delta, rumbo a Nueva York, con una escala de 5 horas antes viajar hasta San Diego. Una vez en esa ciudad, haríamos noche en un Motel en la zona Oldtown, y al día siguiente, tomaríamos el MTS Trolley de San Diego hasta San Ysidro. Finalmente, desde allí, cruzaríamos la frontera andando y cargados con las maletas, cogeríamos un taxi hasta el Motel Don Quijote de Playas de Tijuana. En lo que respecta al viaje de vuelta, dormiríamos en el aeropuerto de San Diego, para hacer luego escala en Atlanta durante otras 5/6 horas, antes de llegar a Madrid. De esta manera, el día 24 de diciembre de 2012 llegaríamos sanos y salvos para la cena de Nochebuena con nuestras respectivas familias.

¿Fácil verdad? Pues no dejéis de leer, porque aquí comienza la verdadera aventura.

(Por cierto, por alguna extraña razón, no va la pestaña de "Más información", así que si quieres leer el post completo, pincha en el título del post).

Vale, ya teníamos los billetes. Ahora faltaba la segunda parte del plan: buscar vivienda. Mi tutor, nos pasó el contacto de unos alumnos del Colef que alquilaban una habitación en Playas de Tijuana, pero como no nos convencieron las condiciones del arrendamiento, decidimos buscar por nuestra cuenta. Tras visitar varios anuncios por internet, contactamos con unas personas que alquilaban unos departamentos en el Paseo Pedregal nº 1.024, una zona cercana a la parada de autobuses del Colef. Eran los únicos que aceptaban gente por temporadas y no pedían aval. El promedio mensual, con internet incluido: 400 $. Entre dos, el gasto ya no era tan grande.


Panorámica tomada desde la habitación en la que estudiaba. Todas los mediodías pasaba un hombre con un carrito vendiendo "tamales calientitos".
Todo iba bien. Así que ya quedaba preparar las maletas, celebrar una fiesta de despedida y emprender el vuelo allende los mares. El viaje de ida fue estupendo, pero aterrizar en el Aeropuerto de Nueva York JFK[2], y estar a tan solo a unos 24 km Manhattan sin poder visitarlo, nos pareció una broma de mal gusto. De modo que abrí los ojos todo lo que pude y observé hasta el último detalle. Me quedé fascinada porque parecía que el mundo entero cabía y convivía en ese espacio tan reducido. Pero de pronto, la ensoñación acabó y comenzó la experiencia de atravesar los controles fronterizos de un puerto de entrada en los Estados Unidos. Y nada menos que en la ciudad donde se produjeron los atentados del 11 de septiembre de 2001.

San Diego Airport. Nos esperaba una deliciosa y refrescante lluvia a nuestra llegada.
Para los profanos en la materia, me gustaría explicaros qué es exactamente un puerto de entrada[3]. Pues es un lugar a través del cual se puede ingresar legalmente en los Estados Unidos (o a otros países). El personal que opera en el mismo es el responsable de las operaciones diarias específicas del puerto, como inspeccionar documentos y cualquier artículo que se pretende ingresar en el país. El Departamento de Seguridad Nacional[4] (DHS) es el encargado de llevar a cabo acciones de control migratorio, que consisten, por un lado, en la detención o arresto, y por otro, en la detención, devolución y expulsión de ciudadanos extranjeros. Con esta finalidad, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP)[5], organismo dependiente del DHS, actúa a través de la Oficina de Operaciones de Campo del Servicio de Aduanas y Control de Fronteras de Estados Unidos (OFO)[6], para determinar la admisibilidad de los extranjeros y mercancías en los diferentes puertos de entrada[7] (incluidos los aeropuertos internacionales y puertos marítimos). Si la CBP en el desarrollo de sus funciones de inspección determina la inadmisibilidad en los Estados Unidos de los extranjeros en los puertos de entrada, éstos pueden regresar voluntariamente a su país de origen, ser procesados para su deportación expedita[8] por un oficial del DHS, o en su defecto, ser expulsados por orden de un Juez de Inmigración.

Tras los atentados del 11-S, se implementó la entrada biométrica en los aeropuertos del país, una técnica de identificación basada en el reconocimiento del iris de los pasajeros[9], constituyendo éste un sistema prácticamente imposible de falsificar. Su objetivo era capturar datos biométricos para comprobar quiénes estaban incluidos en una lista de vigilancia de terroristas conocidos o sospechosos, delincuentes e infractores de las leyes de inmigración[10]. Así, a partir de 2002  y hasta febrero de 2013, el Programa US-VISIT (United States Visitor and Immigration Status Indicator Technology) reunía, almacenaba y analizaba dichos datos para el DHS. Luego fue sustituida por la Oficina de Gestión de Identidad Biométrica (OBIM)[11].

Es por ello que una vez salimos del avión, para acceder a la sala de control fronterizo, nos colocamos en la fila correspondiente a viajeros internacionales (la otra es para ciudadanos estadounidenses), hasta que llegó nuestro turno. En cada ventanilla hay un agente que revisa la documentación[12], te hace unas preguntas referidas al motivo del viaje, y finalmente, procede a la toma de la imagen del iris de los ojos con un dispositivo fotográfico[13],  para luego ser contrastada con otras con el objeto de comprobar si eres un terrorista, un delincuente internacional, un inmigrante irregular (“immigrant alien” como dicen ellos) o un pasajero mondo y lirondo[14]. Os podéis imaginar que las filas de personas esperando a entrar en el arco de seguridad,  eran inmensas. Además, todo este operativo que os he descrito brevemente, impone bastante, la verdad. A mí me produjo cierto nerviosismo, ya que realmente te invade una sensación extraña de que eres un sospechoso en potencia, hasta que se demuestre lo contrario.

La llegada a San Diego resultó ser más tranquila. Se nos hizo de noche y tomamos un taxi hasta nuestro Motel. Mientras tanto, mantuvimos una conversación muy agradable con el taxista, quien nada más averiguar nuestro país de procedencia, nos preguntó sobre la corrupción y la crisis que atravesábamos. Él también aprovechó para comentar las dificultades que vivían las personas trabajadoras y de clase media en su país. De pronto, no había barreras, porque era una conversación entre precarios. Es curioso, porque en la vivienda que alquilamos en Tijuana, también conocimos a una enfermera llamada Darlene, que había migrado desde del Barrio de Brooklyn (Nueva York) para trabajar en una residencia de ancianos, ya que con su sueldo de Estados Unidos, no llegaba a fin de mes, ni podía mantener a su familia. Ellos eran dos orgullosos negros, realmente amables, y hospitalarios. Muy cercanos. Es curioso, porque aún recuerdo los abrazos que ella me daba. Creo que le hacía gracia verme tan pequeña. Si me hubiera quedado más tiempo por allá, seguramente hubiéramos sido buenas amigas.

Aparcamiento del Motel Padre Trail Inn, San Diego. 
Pero siguiendo con esta historia, la llegada al Motel Padre Trail Inn fue especial para nosotros. Parecía que estábamos siendo los protagonistas de una película de Tarantino. En la habitación nos esperaba una cama King Size, cafetera americana, microondas, nevera, un baño estupendo. Todo por 60,63 € (80,94 $), desayuno incluido. Tras llamar a nuestras familias para contar que todo fue muy bien, aprovechamos para darnos una vuelta por la ciudad y buscar un sitio para cenar. Después de ejercer de comunes turistas, acabamos comiendo tacos en un restaurante mexicano. San Diego es preciosa, incluso en un día lluvioso como éste. Pero Tijuana nos llamaba y había que cruzar la frontera andando.



Seaport Village, San Diego, CA.
Portaviones Museo USS MIDWAY.
Cuando paramos en San Ysidro, cruzamos a pie y descubrimos atónitos que para pasar al lado mexicano, las medidas de seguridad eran mínimas. A penas dos guardias que te hacían esperar tu turno, apretar un botón que hacía las veces de semáforo y listo. La ciudad nos esperaba. Y por supuesto, el contraste fue brutal. Cogimos un taxi y llegamos a Playas de Tijuana, pero lamentablemente, el Motel Don Quijote, ubicado junto a la Pza. de Toros, ya no existía. Nos quedamos atónitos. ¿Y ahora qué hacíamos? No paraba de llover, y el agobio comenzó a aflorar. Tras andar un poco, un señor que estaba en la puerta de un garaje nos recomendó un lugar, que luego resultó ser una casa donde se producían encuentros sexuales (esto causó cierta preocupación a una de las profesoras de El Colef). Así tal cual, aunque no entraré en más detalles. Después del resbalón inicial, decidimos cambiarnos de estancia a otro lugar más tranquilo, y desde allá, al cuarto día, pudimos trasladarnos por fin a nuestro departamento.

¡Lo logramos! ¡Ya tenemos casa!
Todo lo demás, ya lo sabéis. Lo he contado en otros post de mi blog (los cuales, por cierto, os invito a leer). Finalizó mi estancia académica y había que volver. Misma ruta: taxi de vuelta, MTS Trolley de San Diego hasta San Ysidro, para acabar durmiendo en el Aeropuerto de esta bellísima ciudad, junto con otro montón de militares estadounidenses que iban rumbo a Atlanta. Ellos se notaba que ya estaban muy habituados a este tipo de viajes “low cost”, de modo que se colocaban de dos en dos (pies con cabeza), haciendo una especie de trinchera con sus petates alrededor, para formar un acogedor dormitorio en mitad de aquel ingrato sitio. Nosotros hicimos lo propio, aunque me temo que no fuimos tan habilidosos, ya que acabamos encima de un sofá junto con un hombre que roncaba como un animal de granja. Pronto llegó la hora, y al amanecer, dijimos adiós a una de las experiencias más maravillosas que haya tenido en esta vida. 


Fotografía tomada desde el avión. Adiós Tijuana, adiós San Diego.
Pero lo mejor aún estaba por llegar, ya que dos sucesos marcaron este viaje, entrando en el "Top 100" de los anecdotarios que pueda tener una persona en esta vida. El primero, mientras sacábamos esta fotografía de unos soldados que viajaban a Kuwait, giramos la cabeza y Sergio bromeó sobre el increíble parecido con Harvey Keitel de un hombre acompañado de un niño. Esta persona, iba ataviada con una americana negra, chándal y zapatos. Un look muy cómun para ser una estrella de Holywood... Hasta que, de pronto, entre risitas, nos dimos cuenta de que realmente era él. Entonces, yo comencé a gritar emocionada: - ¡Es Harvey Keitel! ¡Pero Sergio, que es Harvey Keitel! ¡No me lo puedo creer! - Con la mala fortuna que nos oyó, sacó su móvil e hizo una magnífica ejecución de una técnica ninja de desaparición entre la multitud. Mi gozo en un pozo. Ya no podía tener una fotografía con este pedazo de actor.


Atlanta Airport. Soldados estadounidenses esperando su vuelo a Kuwait.
Pasada la emoción, subimos al avión rumbo a Madrid, con el que finalizaría definitivamente nuestro viaje de 19 horas. Lo cierto es que nuestra vuelta estaba siendo muy incómoda, ya que la falta de espacio y las malas condiciones del transporte, eran más que evidentes. Pero faltaba poco ya. Caí rendida y nos dormimos. De pronto, súbitamente se encendieron las luces y el piloto comenzó a hablarnos: -No se alarmen, pero tenemos un problema de pérdida de combustible, de manera que si no logramos llegar a Madrid, tendremos que realizar un aterrizaje forzoso-. What? Oh my God!

Las/los azafatas/os comenzaron a correr pasillo arriba y abajo, nos dieron instrucciones de cómo colocar nuestros cuerpos y de cómo emplear los chalecos salvavidas, en el caso de que cayéramos al océano. Aunque parece que ya estaban avisados todos los equipos de rescate de una zona cercana en la que había una base militar. No nos concretaron nada más. Realmente, a mí se me hizo un mundo, pero hubo gente que tuvo que ser atendida, ya que entraron en una especie de crisis de ansiedad. Otros se agarraban con fuerza a las manos de sus familias, mientras rezaban. Mientras que los más tranquilos, sacaban un libro para leer, o directamente dormían plácidamente, como Sergio, quien debía estar pensando que nada de lo que estaba sucediendo fuera con él.

Tras una hora de máxima tensión, anunciaron que finalmente habían autorizado el aterrizaje en las Íslas Azores: - Atención, abróchense los cinturones. Apaguen sus dispositivos electrónicos y guárdenlos. Vamos a hacer el aterrizaje de emergencia- El descenso fue bastante agitado. Tocamos tierra y cuando el piloto volvió a hablar para felicitarnos por nuestra responsable actitud, todos aplaudimos y gritábamos de alegría. En el Aeropuerto de Lajes, nos daban la bienvenida numerosas ambulancias y coches de bomberos. Increíble, pero ya era el tercer puerto de entrada que estaba cruzando. Llamé a mi bendito padre, que llevaba desde las 7:00 en Madrid, y de allá, nos trasladaron en un autobús a Angra do Heroismo, para descansar en el Terceira Mar Hotel, mientras buscaban un solución alternativa que nos llevara hasta Madrid. 


Motor averiado. Sacamos la fotografía mientras bajábamos del avión. 

Durante ese tiempo de espera, nos dedicamos a visitar este maravilloso lugar, hasta que se produjo nuestra vuelta al hogar. 


Panorámica tomada desde el balcón de la habitación que nos dieron gratis en el Terceira Mar Hotel. 
Las Azores, un lugar maravilloso por descubrir.


Al mal tiempo, buena cara. ¿Verdad?

Finalmente, a las 20:00 nos confirmaron la Buena Nueva. Volábamos a Madrid. Y lo demás, ya no importaba, porque pronto íbamos a abrazar a nuestras familias... 




[1] Durante 2012, las salidas por un tiempo superior a 15 días, debían ser debidamente justificadas, además de demostrar que se estaba realizando una actividad relacionada con la formación y/o la búsqueda de empleo. Ahora parece haber mejorado algo este asunto, ya que lo han ampliado hasta los 90 días. http://www.citapreviainem.es/paro-en-el-extranjero/
[2] Ubicado en el distrito de Queens, en Jamaica Bay. John F. Kennedy International Airport Port Information. http://www.cbp.gov/contact/ports/john-f-kennedy-international-airport
[3] Recuperado el 21 de marzo de 2016 del sitio web AyudaLegalNY: http://goo.gl/CkCcAf
[4] Department of Homeland Security (DHS).
[5] U.S. Customs and Border Protection (CBP).
[6] U.S. Customs and Border Protection’s Office of Field Operations.
[7] Recuperado el 21 de marzo de 2016 del sitio web: http://goo.gl/dkyiui
[8]Remoción expedita: expulsión de un extranjero que es inadmisible, porque el individuo no posee documentos de entrada válidos, o porque es inadmisible por fraude o tergiversación de hechos materiales (INA 235 b) 1 B). El extranjero puede ser removido sin audiencia ante un Tribunal de inmigración, pero pueden solicitar asilo o afirmar que tienen un estatus legal en EE.UU. Immigration Enforcement Actions: 2011. Simanski y Sapp (Septiembre 2012). Recuperado el 10 de noviembre de 2013 del sitio web: https://www.dhs.gov/sites/default/files/publications/immigration-statistics/enforcement_ar_2011.pdf
[10] Recuperado el 21 de marzo de 2016 del sitio web: https://www.dhs.gov/obim-biometric-identification-services
[11] La OBIM fue creada en marzo de 2013, con el objeto de suministrar la tecnología para recopilar y almacenar datos biométricos, proporcionar un análisis, actualizar su lista, y garantizar la integridad de los datos. Recuperado el 21 de marzo de 2016 del sitio web: https://www.united.com/web/es/content/travel/destination/international/passport.aspx
[12] Los pasajeros que desean ingresar a EE.UU con el Programa de exención de visa (VWP) deberán obtener una autorización a través de ESTA (Sistema electrónico de autorización de viaje) antes de viajar al país. Recuperado el 21 de marzo de 2016 del sitio web:  http://www.cbp.gov/travel/international-visitors/esta. Más información en: https://www.united.com/web/es/content/travel/destination/international/passport.aspx. A nosotros nos salió tramitarla por 10,49 € (14,00 $).
[14] Recuperado el 21 de marzo de 2016 del sitio web: http://www.belt.es/noticias/2003/mayo/30/ojo.htm

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