1. El Estado de Baja California.
El Estado de Baja
California se sitúa en la región noroeste de la república de México, y en la
parte septentrional de la Península que lleva su mismo nombre. Se extiende desde
Tijuana, cerca de la frontera con EE.UU, hasta Cabo San Lucas. Se divide, a su vez, en los estados de
Baja California Norte y Baja California Sur, y está bordeado por el Océano Pacífico (al
oeste), por
el río Colorado y por el Golfo de California (al este), también conocido como
el "Mar de Cortés". Según los datos que ofrece el Instituto
Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), Baja California Norte
tiene una extensión de 71.450 km2, lo que
equivale al 3.6% del territorio nacional. Está conformado por cinco municipios: Mexicali (capital
del Estado), Tijuana, Tecate, Ensenada y Playas de Rosarito. Conforme al último
censo efectuado con fecha 2010, la población total ascendía a 3.155.070 de habitantes, lo que constituye el 2.8% del conjunto del
país. La distribución de
población mayoritariamente es urbana (92%) y sólo un 8% rural,
siendo las industrias manufactureras el sector
de actividad que más aporta al PIB estatal.
2. Tijuana.
Tijuana es el
municipio más occidental de México, el más poblado de Baja California y el
tercero de todo el país, con 1.559.683 de habitantes según el Segundo Conteo de Población y Vivienda del año 2010 realizado por el INEGI. Se ubica a 170 km al oeste de Mexicali, y es conocida como
“La Puerta de México” o “La esquina de México”, razón por la cual en el emblema
de la ciudad puede leerse la siguiente leyenda: “Aquí empieza la patria”.
Tijuana, es una ciudad fronteriza cuya historia
está ligada a la de los EE.UU, y muy especialmente a la de San Diego. En 1848,
tras la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, que puso término a la Guerra de Intervención Estadounidense
de 1846, México perdió la Alta California, y se trazó una nueva línea
divisoria internacional, tras la cual quedó el Valle de Tijuana, pasando así a formar parte de la Baja California. Este Tratado también supuso para
México la pérdida de 2.378.539 km2 de territorio a favor de los
EE.UU,
(incluyendo California), Arizona, Nuevo México, Texas y parte de Colorado,
Nevada y Utah. A cambio, se estableció como medida compensatoria que los
Estados Unidos pagara 15 millones de dólares por los daños causados al
territorio mexicano durante la guerra.
Testimonio de
dicho acontecimiento y del nuevo trazado fronterizo, es el monumento en forma
de obelisco, conocido como la “mojonera nº 258”, situado en la Delegación
Playas de Tijuana. Éste fue el primero de los colocados en 1851, (y remodelado en 1894), fruto del proceso de instalación de
mojoneras a lo largo de la frontera por parte de la
Comisión Binacional creada a tal efecto, y cuyo punto
de partida era el Río Colorado hasta llegar al Río Grande (Río Bravo del
Norte). En el caso de Tijuana, el trazado llegó hasta la costa del Océano
Pacífico, en la Bahía de San Diego.
|
Cara
frontal de Mojonera nº 258 |
|
Cara
Norte |
|
Cara
Sur |
Tijuana se constituye en
la actualidad como el mayor núcleo urbano transfronterizo de tales
características, con una población que alcanza los cinco millones habitantes
(sin tener en cuenta la población flotante de Tijuana). Pero, no se tratan de ciudades hermanas, sino que ha existido siempre entre ellas un
crecimiento desigual, que refleja una marcada desigualdad y asimetría
entre el norte y el sur propia de los espacios fronterizos (Hualde, 2004). Sin duda, puede decirse que la frontera ha
contribuido al crecimiento urbano, poblacional y económico del pequeño
asentamiento que en su día fue Tijuana, debido
fundamentalmente a ser el lugar de tránsito obligado para llegar al interior de
la península, y a su dependencia económica con respecto a los Estados Unidos.
Según Verduzco (1995), el vínculo mantenido por Tijuana con la ciudad de San
Diego ha favorecido la presencia de actividades económicas, tales como el
comercio y los servicios asociados al turismo, algo que ha repercutido en toda
la Baja California. Pero existen
posturas críticas al respecto, ya que hay autores como Alegría (2007)
que advierten que pese a que existe una gran interacción entre estas dos
ciudades, no ha habido una verdadera integración entre las mismas, por lo que
no cabe hablar de la existencia de una unidad metropolitana binacional.
|
Admirando el “Sea Port” de San
Diego. La magnificencia de las infraestructuras de la ciudad contrastan con las
de Tijuana
|