Cuando se realiza trabajo de campo en
un entorno nuevo que no es el tuyo, lo deseable sería desde mi punto de vista,
sentir la emoción que te da la oportunidad de conocer realidades distintas. Aunque
emoción y razón deberían caminar de la mano, algo que en mi caso es difícil. No
puedo evitar sentirme como una niña cuando veo aquellos sitios que me estaba
imaginando cómo serían cuando redactaba el proyecto que me ha traído hasta
aquí.
Evidentemente, la información se busca por Internet o a través de los libros,
pero nada es comparable con vivir las situaciones en primera persona. Y aun
así, las primeras impresiones, cambian con una segunda visita a la ciudad, o
con una segunda entrevista o contacto con la persona que has entrevistado. Al
fin y al cabo, también estamos interpretando nuestro entorno. Además, si le
añades algunos factores como el cansancio, la incertidumbre por no encontrar un
sitio nuevo donde habías concertado una entrevista, el nerviosismo de si podrás
o no tomar imágenes, o la persona a la que vas a entrevistar está por la
labor…oh Dios mío. ¡Son demasiados factores para que un trabajo salga bien y
esto no te lo ponen en el temario de Metodología de la Investigación!