La música constituye una revelación más alta que ninguna filosofía. (Ludwig van Beethoven).
Corría
el año 1957 en Siete Aguas (Valencia)
Mi papi con 10 años, armado con su flauta travesera.
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Siempre
escribo con música. De hecho, ahora en este preciso instante estoy conectada a
Spotify y suena: “Everybody Needs Somebody”, interpretada por el pequeño Jimmy
Scott[1].
Este ha sido para mí el descubrimiento de la semana, por lo que pronto he corrido a
explorar a través de las redes información sobre su vida y obra.
No he podido evitarlo. Aunque todo tiene una explicación. Provengo de una familia
de músicos. Y como lo hicieran mis padres, comencé a estudiar música a la
tierna edad de 8 años. El instrumento elegido fue el violín, pero una serie de
hechos desafortunados, hicieron que al final decidiera colgar mi arco con 18 años
y alcanzado un nivel de 6º, para cambiarlo por la carrera de Derecho. Por ello, ahora, con el
paso del tiempo, no negaré que de vez en cuando me pregunto qué hubiera sido de
mí si hubiera decidido optar por la carrera musical. Incluso me imagino dando
conciertos, como lo hiciera mi padre, siendo solista en la Orquesta de Euskadi. Sin embargo, de
alguna manera, nunca he dejado la música, ni ella a mí. Lo nuestro ha sido un
amor celebrado a los cuatro vientos y creo que he logrado canalizar ese
sentimiento de “frustración”, escuchando música a todas horas. No puedo hacer
nada sin ella. Ella siempre me acompaña. Ella es mi fiel compañera, y especialmente, cuando escribo.
Mi mami con 13 años, sostiene entre sus manos un saxo soprano. Año 1960. Siete Aguas. |
Pero, a veces, la vida da muchas vueltas y los planes de futuro cambian. Hace un mes,
estuve dando una charla sobre mi proyecto de investigación para alumnos de
Trabajo Social de la Universidad de Valencia, y tras finalizar, uno de ellos me
formuló la siguiente pregunta: ¿Cuando acabes tu tesis, qué planes tienes? ¿Qué
proyecto vas a emprender? Y mi respuesta supongo que fue demasiado sincera, ya
que en un arranque de espontaneidad de los míos, le contesté que desde que
comenzó la crisis, no pienso en futuro, sino en presente. Realmente,
en mi caso ha sido así. Comencé mi tesis dentro del mundo del Desarrollo Local
y la Cooperación Internacional, y ahora me hallo felizmente en el de las
Ciencias Sociales, de modo que mi actual Línea de Investigación es "Migración, Movilidad y
Cambio Social". Pero este cambio ha sido el resultado de un largo y tedioso camino plagado
de trámites administrativos, que es lo que me ha tenido ocupada, entre otras
cuestiones, durante estos últimos meses. También he estado escribiendo una reseña que tenía pendiente de
publicar sobre el libro: "Estados amurallados, soberanía en declive" de Wendy Brown, que saldrá publicada este mes de diciembre de 2015, en la
Revista Arxius de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Valencia.
Además, es curioso, porque hay muchas similitudes con el trabajo de Claire Rodier, quien con "El negocio de la xenofobia. Para qué sirven los controles migratorios?", explica de una manera más llana lo que plantea Brown en materia de la política de seguridad vigente en este mundo globalizado, que encuentra en la construcción de nuevos muros el despliegue de una iconografía tranquilizadora, pero que en realidad escenifican un poder y control soberanos que en realidad no ejercen. Y esta situación, se está viendo últimamente agravada con la última ola de atentados. El ejemplo lo tenemos con la declaración del estado de emergencia en París, y los discursos occidentales, que giran en torno a cómo ejercer un mayor control de las personas que tratan de entrar por las fronteras europeas.
Además, es curioso, porque hay muchas similitudes con el trabajo de Claire Rodier, quien con "El negocio de la xenofobia. Para qué sirven los controles migratorios?", explica de una manera más llana lo que plantea Brown en materia de la política de seguridad vigente en este mundo globalizado, que encuentra en la construcción de nuevos muros el despliegue de una iconografía tranquilizadora, pero que en realidad escenifican un poder y control soberanos que en realidad no ejercen. Y esta situación, se está viendo últimamente agravada con la última ola de atentados. El ejemplo lo tenemos con la declaración del estado de emergencia en París, y los discursos occidentales, que giran en torno a cómo ejercer un mayor control de las personas que tratan de entrar por las fronteras europeas.
Preparando
la reseña. Caótica a la par que bizarra.
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Fotografía tomada en verano.
Gran artista y mejor persona. #LoryMoney#EntrevistaConSuaj.
Pero no quiero desviarme del tema, pues quiero contaros que también ha habido tiempo para seguir con el trabajo de campo en Valencia. Una de las últimas entrevistas que he realizado es a Dara
Dia (su nombre artístico es LoryMoney, un "youtuber" muy conocido, con club de
fans hasta en México). Dara es natural de Senegal y llegó en cayuco en el año 2006 a las
Canarias. Permaneció a la deriva durante 10 días junto a más de 80 personas, y
cuando ya no disponían de alimentos y agua, fueron auxiliados por Cruz Roja.
Desde allí lo trasladaron a Madrid, y posteriormente, viajó a Valencia, donde fue mantero y pudo sobrevivir gracias a la ayuda del propietario de un bar en El
Carmen, que le daba de comer todos los días. Al final, se hicieron amigos y
para él, es uno más de la familia. De hecho, su hijo es el representante de
Dara. Sin embargo, el año pasado (2014) ocurrió un hecho del que se hicieron eco todos los medios de comunicación: se organizó un vuelo de deportación FRONTEX, y
necesitaban llenarlo de personas migrantes indocumentadas procedentes de
Senegal. A él lo detuvieron en una redada por perfil racial/étnico en Valencia
(nos contó todo el proceso) y estuvo detenido en la Comisaría de Policía
Nacional de Zapadores. Finalmente no fue deportado, gracias a que sus amigos
españoles le hicieron un contrato. Pero otros conocidos suyos, no corrieron la
misma suerte...
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